OPINIÓN

Siria, nada es casual

Israel y EE.UU. persiguen la balcanización de Oriente Próximo y convertir Iraq y Siria en estados más pequeños y débiles.
Franklin Roosevelt decía: «En política, nada ocurre por casualidad. Cada vez que un acontecimiento surge, se puede estar seguro que fue previsto para llevarse a cabo de esa manera». En realidad hace mucho tiempo que los EE.UU. y sus amigos proyectan hacer saltar por los aires en pedacitos a Siria y a todos los países de Oriente Próximo.
Después de la «Guerra de los seis días», en 1967, el secretario de estado Kissinger dijo que la prioridad para su país era reforzar a Israel y que para lograrlo había que convertir Oriente Próximo en un mosaico de miniestados débiles peleándose entre ellos. Este «Plan Kissinger» aconsejaba exacerbar los conflictos entre estados para lograr rediseñar las fronteras del Líbano, de Siria, de Jordania, y de Iraq, lo que permitiría con la ayuda de Israel y del entonces régimen del shá de Irán controlar toda la producción de petróleo de la región.
En 1982, Oded Yinon, un alto funcionario del ministerio de exteriores israelí publicó el estudio “Una estrategia para Israel en los 80», donde se dice textualmente: «Siria tendrá que dividirse en varios estados según las comunidades étnicas, de tal manera que la costa se convierta en un miniestado alauita, la región de Alepo en un estado sunita, y en Damasco, otro estado sunita, pero peleado con su vecino de Alepo, y los drusos tendrían que constituir también su propio estado que se extenderá quizás desde ‘nuestro’ Golán y en todo caso ocupando el Haourán y parte del norte de Jordania. Este estado garantizaría a largo plazo la ‘paz’ y la ‘seguridad’ en la región: es éste un objetivo que está ya a nuestro alcance». Pocos años más tarde la CIA elaboró el «Plan Syriana» que Robert Baer, un antiguo agente, sacó a la luz. También aquí se hablaba de hacer estallar a los estados molestos para desactivar la resistencia árabe a la política israelí en la zona.
Más cerca de nuestros días, en 2006, se produjo una nueva invasión del Líbano. Desde Tel Aviv precisamente, en junio de aquel mismo año, Condoleza Rice justificó de manera cínica la sangrienta destrucción causada por la intervención israelí (y vale la pena citar textualmente de nuevo) con las siguientes palabras: «Lo que estamos viendo aquí es un parto, los dolores de parto, de un nuevo orden en Oriente Medio, y lo único que hacemos nosotros [los EE.UU.] es asegurarnos que salga bien y que no haya vuelta atrás». El «nuevo orden» pasaba, como se ve, por el sufrimiento de los pueblos atacados.
Aquel mismo año, Ralph Peters, un teniente coronel profesor en la «Academia Nacional de Guerra» publicó en la revista «Armed Forces Journal» un mapa futurista con los planes estratégicos de su país. En ese mapa, Turquía aparece amputada en provecho de un «Gran Kurdistán», Iraq queda dividido en un miniestado sunita y otro chiita, Siria en un mosaico confesional, y Pakistán sin la región del Balouchistán y de su estratégico puerto de Gwadar. Dividir para mandar con comodidad. Un nuevo mapa de este tipo y muy parecido, se publicó en el New York Times en Septiembre de 2013. Preparando las mentes y los espíritus como aquel que dice.
Si la gente supiera todo esto comprendería sin grandes esfuerzos la «complejidad» que hace «incomprensibles» los acontecimientos que vivimos: la explosión de Iraq, de Libia, y de Siria, a la que seguirán la de otros países. Y no nos resultarían tan repentinos y sorprendentes.
Conclusión. Es perfectamente posible comprender los líos de Oriente Próximo. Basta con apagar la tele y leer cosas serias e interesantes como, por ejemplo, los documentos sobre estrategia estadounidense que dicen exactamente, exactamente, lo contrario que dice la tele.

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